Por: Greta
Honorio
Muchos tuvimos
la experiencia de ser espectadores de una obra de teatro de Títeres, quizá de
niños, jóvenes o de adultos al llevar a nuestros hijos a una función cuando aún
se presentaban cada sábado y domingos en la ex Mutual o en la casa de la
cultura. Seguro nos llegan a la mente muchas carcajadas, incluso hasta cuando
nos sentíamos títeres al identificarnos con la temática e involucrarnos y
participar en ese mundo de pequeños muñecos que expresan ideas, sentimientos representando
hechos de la vida diaria. Y todo ello gracias a la imaginación y creatividad de
sus autores llamados “Titiriteros”, artistas que con su mente y sus manos representan
la realidad social con el fin de concienciar a la sociedad con el fin de sembrar
cambio y transformación.
El teatro de
títeres, a diferencia de las actuales juegos cibernéticos que mantienen largas
horas a nuestros niños frente a una computadora, tablet o celular, aislándolos de
su familia y del mundo, es una de las
actividades más completas que se puede ofrecer a los niños, por su cualidad
comunicativa, capaz de trasmitir múltiples mensajes; son algo más que simples
muñecos, son la vía de comunicación entre el titiritero y su público. Con ellos
podemos trasmitir valores sociales, y así poder preparar a nuestros niños para
ser hombres y mujeres con capacidad para expresar sus ideas, dialogar,
comunicar y poder enfrentarse al mundo cambiante.
Y todo esto
lo tuvo muy claro la profesora Victoria Azucena de María Arrasco Ruiz al elegir
como vocación el arte de titiritera hace 47 años, ella es profesora de
Educación Artística en primaria. Nos narra que, su inicio fue a los 13 años,
junto a su hermano Pablo, influenciados por la admiración hacia su tío el
profesor Felipe Rivas Mendo, reconocido titiritero. Ellos forman el Grupo Pepín
y empiezan a dar funciones, con la ayuda de su madre quien les confeccionó el
primer teatrín, en la cochera de su casa para los niños de su barrio
cobrándoles 10 céntimos. Posteriormente, Azucena se independiza y crea la
Asociación Cultural de Teatro de Títeres AMIGOS.
Una de sus
mejores experiencias las vivió al formar el grupo de teatro rodante “EL ARRIERO”
(1973-75), lo integraban 04 actores, Walter Zambrano, Guillermo Callegaris,
Pablo y Azucena Arrasco, fue el único en Sudamérica que recorrió costa, sierra
y selva de todo el Perú, desde Piura hasta Tacna, llevando su arte de teatro, títeres y mimo.
Actualmente trabaja como asesora de arte y nos dice que “es rico que le paguen por realizar algo que
disfruta”. Ella recuerda a varios de sus amigos como Zoila
Cabrejos Pita, Pepe Atto, Carlos Chan, Carlos Huanilo, quienes siempre atienden
a su llamado.
Y
lo comprobamos con las expresiones de la periodista y docente Zoila Cabrejos: “es
una maestra formadora de varios artistas representativos, persistente, tenaz,
posee un sexto sentido para dirigir, tiene una forma especial de llegar a los
demás, logra conmover a su público niño y la quieren, es un ser humano
extraordinario y es su espiritualidad que la hace diferente al resto”.
El titiritero profesor Pepe Atto, nos comenta: …“me
inicié y aprendí la técnica de elaboración de títeres gracias a Azucena. Ella
es creativa, hiperactiva, dadivosa,
constante, ama a los niños, una madre amorosa y ha sabido sostenerse
trabajando en su arte”. Indudable
la gratitud de Pepe al visitar cada domingo por la tarde a su querida Azucena.
Obras
Autora de
más de cien cuentos, algunos son: “El lápiz soñador”, El Sapito vanidoso”, “El
color de la alegría”, “Ratón desobediente”, etc. “La bruja Maruja” es su cuento
preferido, lo escribió para teatro y títeres,
y llegó a presentarlo por una temporada de dos años. Sus cuentos gustan
y son usados por la Escuela de México, por una emisora de España y se
encuentran representados en las redes sociales.
El
día 21 de marzo se celebra “El Día Mundial
del Títere”, y en homenaje a todos los titiriteros hemos querido recordar a
una mujer que ha dado toda su vida para los niños, que supo vivir y sostenerse con
el arte del teatro de títeres. Aunque hoy sólo puede ofrecer una función al
mes, sigue presentándose y enseñando porque está convencida que el títere educa
a los niños, y le emociona poder arrancarles unas sonrisas.
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