Por:
Greta Honorio
Es lamentable pero real, ver a jóvenes que
han estudiado cinco años en una universidad, algunos hasta han realizado tesis
de investigación y todo, hasta han cursado cursos de ética periodística. Pero,
luego eligen trabajar en medios sensacionalistas. Ante este hecho me pregunto
si se olvidaron de todo, o es más fácil o emocionante seguir a las mayorías,
tal vez lo hacen por un sueldo seguro. La verdad me resisto a pensar que lo
disfruten, pienso que en lugar de participar tantas adversas noticias,
podríamos ser hasta facilitadores para solucionar diversos problemas sociales.
Quienes tenemos una edad madura ya ni
queremos leer, ver y escuchar noticieros,
porque de cada 26 noticias, 23 son totalmente adversas, como si no sucediera
nada bueno.
Hoy vemos en los diarios locales que tres a
cuatro páginas son policiales, se ha hecho una costumbre presenciar los juicios,
y si las ejecuciones son públicas mejor.
Es la curiosidad, morbosidad, necesidad de asistir al castigo ejemplar. Por eso,
los periodistas llaman a las comisarías, morgues y hospitales diariamente para
enterarse de algún suceso que pudieran ir a cubrir. Además, cuanta más
morbosidad y dolor puedan mostrar mejor calificada estará la noticia.
Se asume que los lectores, televidentes,
oyentes se interesan, por razones diversas, en los casos policiales y en las
formas diferentes en que se ejerce la justicia. Es decir, el crimen vende y los
medios quieren vender: LOS HECHOS DE SANGRE PASAN A SER NEGOCIOS.
Aún tengo en mi memoria los programas
culturales y familiares, tanto de radio como de televisión. Aún recuerdo de
niña cuando acompañaba a mi madre a disfrutarlos, fueron aquellos periodistas y
conductores que me hacían soñar de llegar algún día a ser como ellos. Gracias a
esos programas, aprendí a valorar las buenas manifestaciones humanas y hoy
trabajo en promocionarlos. Pero no puedo ser cómplice de medios que mientras
unos construimos otros destruyen la sensibilidad humana.
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