El patrimonio arqueológico es parte integrante de nuestro abundante y variado patrimonio cultural. Lo conforman todos aquellos bienes culturales muebles (que pueden ser trasladados de un lugar a otro: ceramios, textiles, artefactos líticos y de madera, material óseo, etc.) e inmuebles (que no pueden trasladarse: templos, palacios, centros urbanos, cementerios, andenes, canales de riego, caminos, etc.) producidos por nuestros antepasados, en la época prehispánica.
La Dirección de Arqueología del INC se encarga de conservar, restaurar y poner en valor el Patrimonio Arqueológico Inmueble. También propone los sitios y monumentos arqueológicos prehispánicos que deberían ser considerados como Patrimonio Cultural de la Nación.
En razón a la diversidad geográfica del territorio peruano, se encuentran evidencias de Patrimonio Arqueológico Inmueble a lo largo de valles costeños e interandinos, desiertos, cerros, punas, selvas, muchas veces coexistiendo con las poblaciones actuales en los centros urbanos (ciudades) y rurales (el campo).
Para fines de estudio y conservación nuestro Patrimonio Arqueológico Inmueble se clasifica en:
Zonas arqueológicas monumentales: Son los conjuntos arqueológicos cuya magnitud los hace susceptibles de trato especial en lo que ha investigación se refiere. Su fisionomía debe conservarse por las siguientes razones:
Poseer un valor urbanístico de conjunto.
Poseer un valor documental, histórico-artístico y/o un carácter singular.
Contener monumentos y/o ambientes urbano-monumentales.
Sitios arqueológicos: Todo lugar con evidencias de actividad social con presencia de elementos y contextos de carácter arqueológico-histórico, tanto en la superficie como subyacentes.
Zonas de reserva arqueológica: Son aquellos lugares que por haber sido investigados intensivamente deben reservarse para el futuro, en tanto se desarrollen nuevas técnicas de investigación.
Elementos arqueológicos aislados: son los restos de actividad humana de época prehispánica que, por situaciones culturales o sociales, se manifiestan en la actualidad de manera aislada o descontextualizada.
Paisaje cultural arqueológico: son las áreas producidas por la mano del hombre o por la combinación de la misma con la naturaleza que tengan un destacado valor desde los puntos de vista arqueológico, histórico, estético, etnológico o antropológico. Se consideran como tales la infraestructura agraria, es decir, andenes, terrazas, canales y afines; así como las redes viales, los campos de geoglifos y/o petroglifos.
Objetivo final: la puesta en valor
Las zonas arqueológicas se recuperan con el fin de ponerlas en valor. Es decir, darles un uso social, que puedan ser apreciadas y disfrutadas por todos. Cercadas, señalizadas, iluminadas, declaradas y delimitadas. Al proteger estas fuentes de orgullo y conocimiento ancestral estamos convirtiendo los monumentos arqueológicos en atractivos arqueológicos.
Fuente INC
jueves, 2 de septiembre de 2010
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